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La Secretaría de Cultura del Gobierno de México, a través de un equipo de especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), en colaboración con el Instituto de Geofísica (IGEF) de la Universidad Autónoma de México (UNAM), desarrollará durante siete días un proyecto de prospección detallada en el subsuelo de la Gran Plaza de Chichén Itzá.
Uno de los espacios más icónicos de la zona arqueológica de Chichén Itzá es la Gran Plaza, un centro de reunión desde el que se pueden ver los principales edificios de la antigua ciudad: El Castillo, el Juego de Pelota y el Templo de los Guerreros, entre otros. En la época prehispánica, esta explanada era el eje de la vida ritual y política de la ciudad maya. Aprende más sobre estos lugares aquí.
Los trabajos de investigación utilizan dos equipos de GPR para explorar la plaza, desde el nivel de la superficie y de forma no intrusiva.
De acuerdo con los coordinadores del proyecto, adscritos a la Dirección de Estudios Arqueológicos del INAH y al Departamento de Posgrado de Arqueología de la ENAH, Denisse Argote Espino y Pedro López García, respectivamente, aunque la explanada no tiene una forma cuadrangular o rectangular precisa, se sabe que mide aproximadamente 9 mil metros cuadrados.
Para facilitar el trabajo de campo, la plaza se ha dividido en ocho segmentos de diferentes tamaños, el más pequeño de 630 m² y el más grande de 1.925 m².
"La capacidad de esta técnica para detectar lo que hay debajo de la superficie a diferentes profundidades la convierte en una herramienta indispensable para la investigación arqueológica, ya que a partir de la información recuperada se pueden planificar futuras estrategias de excavación", comentaron los especialistas.
Denisse Argote Espino explicó que los equipos de GPR envían ondas electromagnéticas desde una o dos antenas, que son remolcadas de manera estable y continua a lo largo de una línea.
Los pulsos electromagnéticos se envían hacia el subsuelo y sus reflexiones se obtienen de las interfaces entre los estratos y los objetos con propiedades eléctricas y magnéticas contrastadas, cuya profundidad se puede estimar a partir del tiempo que tarda la onda en regresar y la velocidad a la que se desplaza por el intermedio.
El proyecto utiliza dos equipos de GPR, facilitados por el investigador del IGEF, Gerardo Cifuentes Nava, con antenas de 270 MHz que permitirán realizar mediciones hasta seis metros de profundidad.
En la época prehispánica, la Gran Plaza de Chichén Itzá sumó al menos 500 años de uso continuo, entre el Clásico Tardío y el Postclásico Temprano (entre 650 y 1150 d.C.), por lo que la prospección optimizará las probabilidades para el registro de elementos de interés arqueológico, que pueden incluir etapas constructivas de la propia plaza, o muros de piedra, entierros humanos, cavidades, antiguos drenajes, caminos e incluso cauces.
Tomando en cuenta que entre 2014 y 2015, la colaboración entre el INAH y la UNAM permitió realizar estudios de tomografía de resistividad eléctrica en El Castillo, cuyos resultados demostraron la existencia de una segunda subestructura y un cenote ubicados debajo del monumento, los nuevos sondeos en la plaza que rodea a la también conocida como Pirámide de Kukulcán podrían aportar nueva información sobre los flujos subterráneos que alimentarían de agua a la formación natural.
"Un flujo de agua tiene una conductividad mucho mayor que una estructura que las rocas consolidadas o el propio karst del suelo peninsular, por lo que quedará claro si estamos ante un flujo de agua", concluyen los investigadores.
Fuente: La Jornada Maya